miércoles, 21 de septiembre de 2011

Balance mensual

Hace ya un mes que estoy en Irlanda. Aunque parece que llevo mucho más tiempo, por lo cómoda que estoy. La verdad es que pensaba que me iba a costar mucho más adaptarme al país, a las nuevas costumbres, al idioma... Pero ya me siento como en casa. Algo habrá tenido que ver que haya conocido a un grupo 'majo' de españolas y que Señor G. llegara también hace ya una semana y media a Cork.

Él tiene su particular aventura. Sobre todo, con el idioma (vino sin tener ni 'papa' de inglés), con su búsqueda de trabajo y con sus compañeros de apartamento, que cambian cada semana. Italianos, franceses, españoles... un apartamento muy multicultural en el que vive Señor G.

Ahora, después de un mes y con mi superbólido de nuevo en marcha (nunca supe lo que le pasó, algo del aceite, creí entender...) no hay quien me pare. Voy, vengo, visito, llevo, traigo... Mi última excursión fue el fin de semana pasado a un pueblo costero muy popular en el sur de Irlanda: Kinsale.



Y el fin de semana próximo tengo previsto otro viajecito, no vaya a ser que Mister G. encuentre trabajo antes de lo previsto y me quede sin 'partenaire'...

Después de todo este tiempo, creo que puedo sacar algunas conclusiones sobre este país y sus gentes. Allá vamos:

1. Los irlandeses beben muuuuuucha cerveza. Mucho más que los españoles, que nos van más las cañas y los botellines. Aquí, del medio litro por ronda no bajan. Jóvenes, mayores, chicas, chicos...

2. La 'marcha' nocturna es, digamos, peculiar. Las mujeres son un tanto 'liberadas' (por llamarlo de alguna manera... he oído historias que no puedo reproducir aquí por pudor) y los hombres, bastante cansinos. A su favor diré que no les suele importar mucho cómo vayas vestido, ni lo que hagas, ni a ellos les importa lo que pienses tú de su vestimenta (las adolescentes parecen las Spice Girls en ciernes) o de su proceder. Mientras haya cerveza, todo va bien.

3. Los españoles les debemos parecer exóticos, sobre todo las mujeres de corta estatura y morenas (a diferencia de las altas y hermosotas rubias irlandesas, los autóctonos deben pensar que hemos salido de una selva aborigen, por lo menos). Como anécdota contaré que mis tres churumbeles se parten de risa cada vez que me ven la barriga (y no porque me cuelgue, sino porque dicen que es 'brown' - marrón, para los de la ESO).

4. Les encanta disfrazarse. Me remito al punto 2 y reitero lo dicho para las adolescentes. Pero no, es que aquí lo de los disfraces no se queda sólo en Halloween. Mis tres churumbeles pueden ir tan tranquilos al supermercado de esta guisa:


5. Es un país cuya media de edad es bastante joven y que tiene el futuro asegurado por la cantidad de churumbeles existentes por metro cuadrado. Ello se debe, en parte, a que siendo un país católico, el aborto no está permitido y hay altas tasas de embarazos en adolescentes y jóvenes. Digamos que, a mi edad, y si hubiera nacido en Irlanda, tendría ya por lo menos cuatro retoños... Lo que me sorprende más es que muchas madres no son trabajadoras (fuera de casa) y con un único sueldo mantienen a toda una familia de 6, más gato o perro incluido. Sé que no trabajan porque a muchas de ellas me las encuentro en el cole recogiendo a sus churumbeles o en la 'guardería' (no os he contado todavía lo graciosas que son las guarderías aquí: están en casas o en iglesias, pero tú no dejas al niño y te piras, tienes que estar con él jugando al mismo tiempo que te tomas un café y unas galletas hablando con la madre de turno, y finalizando la jornada con canciones infantiles - algunas de ellas dedicadas a Jesús-. Me lo paso 'pipa').

6. El tiempo te puede volver loca. Ya he hablado de las cuatro estaciones en un mismo día, pero es que ahondo más en la cuestión y diría que puede llover y hacer sol al mismo tiempo, viento y niebla y algún relámpago que otro en el horizonte.

7. Tienen algunos de los paisajes más bonitos y bucólicos que yo he visto (de momento). Yo, acostumbrada al secarral amarillo de la Mancha, casi lloro de emoción al darme cuenta que existe el color verde, y en un montón de tonalidades, y que en la vida real también existen las vacas, con sus manchas blancas y negras y todo.

8. Prefiero la comida española. Después de un mes en Irlanda, me he dado cuenta que me encanta la comida mediterránea. Yo no digo que coman ni peor ni mejor, sino diferente... pero para mí, donde se ponga una buena tortilla de patatas (por cierto, hice una y al final me la comí yo... no supieron apreciarla), unas lentejas o un gazpacho... Eso sí, los dulces y la repostería aquí son para quitar el sentido.

9. Son personas bastante simpáticas, amables y hospitalarias. No tendría blog suficiente para agradecer a mi anfitriona C. y mi anfitrión S. su hospitalidad conmigo...

y 10. Después de un mes, ya no los veo tan feos... Será que me he acostumbrado a las mejillas coloradas como un tomate.

PD: Pido disculpas a todos mis fans y seguidores por la tardanza de este post... Mi vida se va complicando cada día más...

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