lunes, 29 de agosto de 2011

El mundo au pair

Ya comenté en el primer post que iba a ser au pair de tres pequeños pelirrojos durante mi aventura en Irlanda. Y desde ya digo que el mundo de las au pairs es un mundo aparte. Yo estoy haciendo cosas que nunca había hecho.

Resulta que como la mayoría venimos a un país extranjero (españolas, polacas, canadienses, lituanas...) sin conocer a nadie ni tener amigos, qué mejor que las redes sociales para hacerlos. Total, que ya el segundo día mi anfitriona C. me comentó que la mejor forma de conocer 'aupaires' era a través de los grupos ya formados en Facebook.

Así que me hecho miembro de ellos. Ya me he 'echado' una amiga, una canadiense, con la que llevo unos cuantos días intentando quedar y, o ella me da largas o yo a ella. Pero eso sí, hablamos diariamente y nos preguntamos qué tal ha ido el día. El caso es que ella tiene ya otras amigas y a mí eso me suena casi, casi, a infidelidad absoluta. Voy a tener que echarme más amigas.

También lanzo mensajes 'al aire', a ver si alguno cuela. Por ejemplo, voy mañana a tal sitio, alguien quiere venir conmigo? y cosas por el estilo. Es muy común hacerlo entre las 'aupaires'. Son como citas a ciegas: luego tú dices cómo vas a ir vestida, cómo eres, tu número de teléfono... en fin, que nunca sabes con quien te vas a encontrar.

Mi última estrategia es el ataque directo. Lo hice el otro día, en el autobús. Una chica morena, con pinta de proceder de la madre patria. Perdona, ¿eres española?, le pregunté. Y ya todo fue rodado. Hablamos (en español, oh my God qué gusto poder enlazar más de tres o cuatro frases seguidas y mantener una conversación coherente) durante todo el trayecto y ya entonces intercambiamos números de teléfono. Ya tengo una nueva amiga. Y más, porque ella tiene a otra, y así sucesivamente...

La verdad es que el mundo au pair está muy bien. No te tienes que preocupar de mucho: que los niños a los que cuidas no mueran de inanición, sed o similares, y jugar con ellos. No tienes que ir al super a por comida, ni estar pendiente de las facturas de la casa, ni de pagar a tu casero mensualmente...

Hoy, por cierto, ha sido mi primer día sola con los pequeños angelitos pelirrojos. Os los presento.


No os voy a negar que en más de una ocasión he estado a punto de soltar un 'mecagüentó lo que se menea', que para el caso hubiese dado lo mismo porque no me iban a entender. Ni yo a ellos. Los pobres míos me hablaban y yo oscilaba entre el really? y el repetir la última palabra de lo que decían. Y ellos tan contentos. Y así hemos pasado nuestra primera mañana juntos.

Después de esto, me pensaré lo de tener prole más tranquilamente.

viernes, 26 de agosto de 2011

De cafés, excursiones y coches

El otro día me quedé diciendo que el café de aquí no era bueno. Lo retiro: es posible que yo no sepa pedir el café que quiero. La primera vez que tomé un café en Irlanda fue un par de horas después de que C. me recogiera en el aeropuerto. Yo creía haberle dicho café con leche, pero me trajo un café más negro que el carbón... La segunda vez, fue en un coffee shop. La dependienta me dijo: black and white??? Y yo pensé: ahhh, así que ésas tenemos... resulta que el café que a mí me gusta se llama así... Y sí, debe ser ése, con la única pega que de black tenía poco y que me tuve que meter entre pecho y espalda casi medio litro de leche (el café te lo ponen en una taza de las que sirven para mojar magdalenas, con eso lo digo todo). La tercera vez volví a pedir un black and white, por aquello de mejor malo conocido que bueno por conocer... y la dependienta me miró como si le estuviera hablando en esperanto, por lo menos. Las dos últimas veces he pedido el capuccino de toda la vida, que yo suponía que debía ser igual aquí que en China... Pues nada, que los irlandeses son un poco 'agarraditos' a la hora de echar café al café y vuelta al medio litro de leche para el cuerpo. Calcio en los huesos no me va a faltar, eso seguro. Acepto sugerencias acerca de qué café pedir, please.

También el otro día me quedé contando que había hecho planes para ir de excursión a un pueblecito costero bastante conocido por estos lares. Al final fui, desafiando las nubes que amenazaban lluvias. Y menos mal, porque me hizo un tiempo bastante bueno. Hasta brillaba el sol. El pueblo en cuestión se llama Cobh, y es conocido por tener el mayor puerto natural de toda Europa y por ser la última parada del Titanic antes de que a Di Caprio le diera por subirse a la proa con la Winslet y hundir el barco.





Y también siguiendo con la historia de mi coche último modelo, he estado dos días conduciendo por los alrededores, intentando hacerme con el control de la palanca de cambios con la mano izquierda y el volante en el lado derecho. Digamos que la técnica la tengo controlada... lo que no tengo tan controladas son las carreteras irlandesas. Para que os hagáis una idea, por donde voy a circular normalmente aquí, en España se circularía a 40 km/h, como mucho. Yo, de hecho, lo haré a esa velocidad, a pesar de que mis amigos los irlandeses vayan al doble...

Ayer estuve a punto de morir. Recuperando mi hábito de los últimos meses de salir a andar, salí un rato después de comer. Y como no hay aceras, sino caminos, me fui por los caminos. Lo de cuidado con los peatones aquí no se lo tienen demasiado bien aprendido. En más de una ocasión, mi vida estuvo en peligro. Tuve miedo y mis anfitriones C. y S. se reían de mí... Poor!!!, me decían. Sí, mucho poor, mucho poor, pero casi me aniquilan.

Todavía no he contado mis primeras impresiones de los irlandeses. En general, son bastante simpáticos y agradables (muchos de ellos me saludan por la calle), les encanta comer helados y dulces (tienen una pinta estupenda, doy fe) y ya he dicho que conducen como locos. No puedo decir que sean personas atractivas físicamente... ni ellas ni ellos. De ellos podríamos decir que me hacen mucha gracia sus mejillas sonrosadas cual Heidi en los Alpes; y de ellas... que viendo las enormes cuestas que tienen todos los pueblos, ahora entiendo el por qué de esos gemelos digamos... desarrollados.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Mi coche último modelo

Estaba esperando que me pasara algo muy interesante para poder contarlo desde aquí. Había ya algunos que me decían que al blog le faltaba 'carnaza' (pero esto no es el Sálvame, vale?). Y lo reconozco. Pero es que siento decir que no me ha pasado nada relevante en estos últimos días. Hoy hace una semana que llegué aquí y aviso: quien no sea una persona tranquila, que no venga a Irlanda.

Pero bueno, tampoco todo lo que escriba tiene que ser super emocionante (¿o sí?). No lo sé. El caso es que ayer fuimos - family al completo - a por el que va a ser mi salvación en Irlanda: mi VW Polo último modelo... jajajaja, sí, vamos, del año 3 casi... de cuando todavía existían los cassettes (a ver si me 'agencio' uno de Los Brincos y ya voy a la moda total). Pero me servirá para poder moverme donde yo quiera cuando no tenga mis obligaciones en la casa. De todas formas, esta mañana he ido a coger las llaves y no las encuentro. Creo que me las esconden porque tienen miedo de que conduzca por estas carreteras del Señor...


Y es que sin coche, dependo totalmente de mi anfitriona C. Me lleva a los sitios y me recoje, como cuando una tenía 16 años... Así estuve el otro día en el Blarney Castle (un sitio muy bonito y muy recomendable turísticamente, sobre todo si te gusta andar rodeada de abundante vegetación).



Y también en Cork, recorriendo sin fin sus calles llenas de pub, coffee shop, restaurant y demás y llenas de gente, bastante joven por cierto, ya que Cork es ciudad universitaria irlandesa por excelencia (lástima que ya me pille en los 30 y tantos...).


De dos cosas importantes me he dado cuenta durante mi semana de estancia en Irlanda: sin coche no eres nadie, a menos que vivas en la ciudad (la puerta de mi 'casa' da a un camino y la agrupación de casas, llamémoslo pueblo, más cercano está a unos 4 km) y el café de aquí no está bueno. Ah! y una última cosa importante: puede hacer un sol maravilloso, como para plantearte ir de excursión a cualquier pueblo cercano de la costa, y al minuto siguiente, llover como si no hubiera un mañana.

Ya se me ha fastidiado el plan.

jueves, 18 de agosto de 2011

Aterrizaje forzoso

He sido demasiado optimista. Creía que el conocimiento del inglés estaba en mi cabeza y que sólo hacía falta un 'meneo' para sacarlo. Pero va a hacer falta más que eso. Bueno, tampoco es que lo lleve tan mal. Llevo día y medio en Cork y de mi anfitriona C. entiendo un poco, que ya es bastante. Cuando me junta más de tres frases largas seguidas, me pierdo, porque todavía intento encontrar la palabra que ha dicho hace unos minutos. Imaginaos a los pelirrojos. Como el pequeño, que tiene casi 2 años, tenga que aprender su idioma por mí... apañados estamos. A mi anfitrión S. todavía le tengo que coger el punto. Que imagino que será cuestión de eso, que coger los 'puntos'.
De todas formas, pensé que iba a ser peor, que me pondría a llorar a las primeras de cambio. Y no, ahí voy, aguantando.

Intento hacerme a las costumbres irlandesas: madrugar (oh, my god!!!!), el 'lunch' de las 12,30 (un pequeño sandwich y poco más) y la cena, copiosa y abundante, a eso de las 18 h... O sea, que aunque no quiera, antes de las 11 de la noche estoy roncando como una bendita.

Como hay niños pequeños en la casa (tres) creo que me voy a conocer Irlanda a base de parques, columpios y toboganes. 'No, ahí no, que el columpio de ese parque no vuela tan alto como el de aquél' ó 'Vamos al parque no se qué, que el tobogán es muuuuucho más grande'.

Hoy hemos ido a uno grande que hay en Cork y ha sido mi primera visita 'rápida' a la ciudad. Es una ciudad pequeña, accesible, con todo lo necesario para no tener que desplazarte a otros puntos del país. También hemos ido a comprarle una bici al Pelirrojo Mayor, que acaba de aprender. No he visto a otro niño que esté más tiempo en el suelo que él. Pero se levanta y aquí no ha pasado nada...

Para probar la bici, me han llevado a un lugar casi idílico, con lago, túneles de árboles e inmensos campos verdes. A la vuelta, en el coche, mi anfitrión S. me pregunta algo (no sé qué) con la palabra 'baaaaks'... Mi cara de jota debía ser un poema. 'Luego lo miro en mi diccionario', le digo.

Al final, creo que he conseguido saber de qué se trata. De la 'caja' de toda la vida, que en mi idioma Spanglish es 'box'.

lunes, 15 de agosto de 2011

Generación 'Españoles por el mundo'

Lo reconozco. Cuando viva en Irlanda, quiero que me saquen en Españoles (manchegos, andaluces, aragoneses, madrileños y un montón de programas más) por el mundo. Eso significará que habré triunfado, que a los pocos meses de estar allí, conocí al director de la televisión pública irlandesa, que le caí tan bien y le parecí tan maja que me ofreció un 'puestazo' en la tele, que por fín me daban un sueldo acorde con mis capacidades (por fín se han dado cuenta de lo que valgo...), también a G., con el que se va a jugar al golf, tenemos una casa con jardín y tres churumbeles que hablan español, inglés y alemán...

En fín, ¡cuánto daño ha hecho ese programa! Si alguno de los que aparecen contaran lo duro que fue al principio, lo que les costó aprender el idioma, encontrar trabajo o casa... gente como yo no se aventuraría tan a la ligera...

Así que aquí estoy, en mi última noche en casa paterna, a poco más de 24 horas de coger el vuelo, y me asalta el típico pensamiento previo al 'acojonamiento' generalizado en mi cuerpo: ¿quién narices me manda a mí meterme en este berenjenal?

Pero sí, lo reconozco. No soy ni de la Generación JASP, ni de la X ni de la ni-ni. Soy de la Generación 'Españoles por el mundo', ésa que ha pasado prácticamente la totalidad de su vida adulta viendo por la tele a todos esos compatriotas que han salido de sus fronteras y les ha ido bien. Todos ésos que sí, echan mucho de menos la tortilla de patatas, el jamón serrano y el sol, pero que ninguno vuelve, de momento.

Yo, por si las moscas, le llevo a C. (mi anfitriona irlandesa) la botella de aceite de oliva, por si antes o después me tengo que poner a hacer una tortilla española.

sábado, 13 de agosto de 2011

¡Estás loca!

Eso era lo que me decían todos cuando anuncié que me iba a Irlanda, así, casi de un día para otro. De hecho, me quedan cuatro días para irme y hace un mes ni sabía que iba a hacerlo. "¿Y tu novio?" Se viene conmigo, más tarde, pero se viene. "¿Y el trabajo?" Se me acaba el contrato y no se sabe si volverán a llamarme en los próximos meses. Para esa incertidumbre siempre hay tiempo. "¿Pero entonces...? ¿Pero y el piso?" Es de alquiler. Ya alquilaré otro cuando vuelva...
Y así, contestando preguntas hasta que ya se quedaban sin peros que decirme.

Tengo que decir que la gran mayoría de amigos y conocidos me han animado a hacerlo. Y aquí estoy hoy, con la maleta a medio hacer, el billete ya comprado y una botella de aceite de oliva para mis anfitriones irlandeses.

Me presento, lo primero. Mi nombre es Silvia, tengo 31 años y soy periodista de profesión (creía que de vocación, pero eso aún está por ver). Nacida en La Mancha, pasé cinco años estudiando en Madrid y estos últimos cinco he estado viviendo en Murcia. No me quejo de mi suerte laboral: he trabajado siempre 'de lo mío', que es lo que se supone que hay que hacer...

Siempre he querido vivir en el extranjero. Ya cuando acabé la carrera pensé que tenía que haberlo hecho mientras estudiaba. Luego, me puse a trabajar - y cómo me voy ahora que ya tengo trabajo...-. Después, o bien no es el momento, o ya no piensas sólo en tí, sino en dos... En fín, que por una cosa o por la otra, me planté en los 31. Casi me compro un piso, casi me da por tener un hijo y casi, casi 'planto el huevo' definitivamente en algún lugar. Pero no, unos meses después de todo esto, me da por irme a Irlanda, a aprender inglés, a vivir una aventura. No sólo yo, voy bien acompañada por mi pareja, al que llamaremos G.

Lo que iban a ser dos semanas de curso de inglés y ya veremos qué pasa, se ha convertido para mí en una nueva 'profesión': me voy de au-pair (babysitter, niñera, nanny... y sí, a mis años). Cambio un hijo propio por tres pequeños terremotos pelirrojos (ahí si me podéis llamar loca) y un curso de inglés de dos semanas por inmersión lingüística total.

Destino: Cork, al sur de Irlanda.