viernes, 26 de agosto de 2011

De cafés, excursiones y coches

El otro día me quedé diciendo que el café de aquí no era bueno. Lo retiro: es posible que yo no sepa pedir el café que quiero. La primera vez que tomé un café en Irlanda fue un par de horas después de que C. me recogiera en el aeropuerto. Yo creía haberle dicho café con leche, pero me trajo un café más negro que el carbón... La segunda vez, fue en un coffee shop. La dependienta me dijo: black and white??? Y yo pensé: ahhh, así que ésas tenemos... resulta que el café que a mí me gusta se llama así... Y sí, debe ser ése, con la única pega que de black tenía poco y que me tuve que meter entre pecho y espalda casi medio litro de leche (el café te lo ponen en una taza de las que sirven para mojar magdalenas, con eso lo digo todo). La tercera vez volví a pedir un black and white, por aquello de mejor malo conocido que bueno por conocer... y la dependienta me miró como si le estuviera hablando en esperanto, por lo menos. Las dos últimas veces he pedido el capuccino de toda la vida, que yo suponía que debía ser igual aquí que en China... Pues nada, que los irlandeses son un poco 'agarraditos' a la hora de echar café al café y vuelta al medio litro de leche para el cuerpo. Calcio en los huesos no me va a faltar, eso seguro. Acepto sugerencias acerca de qué café pedir, please.

También el otro día me quedé contando que había hecho planes para ir de excursión a un pueblecito costero bastante conocido por estos lares. Al final fui, desafiando las nubes que amenazaban lluvias. Y menos mal, porque me hizo un tiempo bastante bueno. Hasta brillaba el sol. El pueblo en cuestión se llama Cobh, y es conocido por tener el mayor puerto natural de toda Europa y por ser la última parada del Titanic antes de que a Di Caprio le diera por subirse a la proa con la Winslet y hundir el barco.





Y también siguiendo con la historia de mi coche último modelo, he estado dos días conduciendo por los alrededores, intentando hacerme con el control de la palanca de cambios con la mano izquierda y el volante en el lado derecho. Digamos que la técnica la tengo controlada... lo que no tengo tan controladas son las carreteras irlandesas. Para que os hagáis una idea, por donde voy a circular normalmente aquí, en España se circularía a 40 km/h, como mucho. Yo, de hecho, lo haré a esa velocidad, a pesar de que mis amigos los irlandeses vayan al doble...

Ayer estuve a punto de morir. Recuperando mi hábito de los últimos meses de salir a andar, salí un rato después de comer. Y como no hay aceras, sino caminos, me fui por los caminos. Lo de cuidado con los peatones aquí no se lo tienen demasiado bien aprendido. En más de una ocasión, mi vida estuvo en peligro. Tuve miedo y mis anfitriones C. y S. se reían de mí... Poor!!!, me decían. Sí, mucho poor, mucho poor, pero casi me aniquilan.

Todavía no he contado mis primeras impresiones de los irlandeses. En general, son bastante simpáticos y agradables (muchos de ellos me saludan por la calle), les encanta comer helados y dulces (tienen una pinta estupenda, doy fe) y ya he dicho que conducen como locos. No puedo decir que sean personas atractivas físicamente... ni ellas ni ellos. De ellos podríamos decir que me hacen mucha gracia sus mejillas sonrosadas cual Heidi en los Alpes; y de ellas... que viendo las enormes cuestas que tienen todos los pueblos, ahora entiendo el por qué de esos gemelos digamos... desarrollados.

1 comentario:

  1. Well, dear sister-in-law,creo que se dice white coffee o milky coffee, pero como no conozco la peculiaridad irish, lo mejor será que entres en un segafredo o un lavazza, si esa cadena italiana está en cork, y pedir un caffé latte, o acostumbrarte a los caros starbucks. Y bueno,si las irlandesas son sanotas y feíllas, tú serás allí un pibón seguro, je je.

    ResponderEliminar